Hace tiempo que no escribo porque el 2020 nos ha robado la primavera (y un poco la vida también).
El 3 de julio me subí a un avión que me trajo a Viena, que es la primera ciudad en la que vivo que no tiene mar. Sin embargo… Así ha sido mi primer verano aquí ––en donde por momentos parece que no ha existido Coronavirus–– completamente obsesionada con Folklore, el tram, montar en bici, el cielo y el sol, en general, y los lagos, en particular. La mitad de las veces con el libro de alemán abierto, esperando a que sea la hora de comer mientras veo como otros juegan al Kubb.